El programa de Educación Física del Nivel Básico 1 centra su atención en seis aspectos que contribuyen al desarrollo armónico de niñas y niños a través de la práctica sistemática de actividades que favorecen el crecimiento sano del cuerpo, propician el descubrimiento y perfeccionamiento de las posibilidades de acción motriz y ayudan a mejorar la calidad de vida. Estos son:
• El desarrollo cualitativo de las habilidades motoras básicas, es decir, de aquellos movimientos inherentes a la persona humana, que se perfeccionan con la práctica, tales como, caminar, correr, saltar, lanzar, trepar, girar y otros. En este nivel, el énfasis está en la ejercitación y combinación de dichos movimientos en sus más diversas posibilidades, los que se realizarán con y sin implementos.
• El conocimiento y valoración de la estructura y funciones del cuerpo humano: se profundiza en el desarrollo del esquema corporal en interacción con el movimiento propio, el de los demás y el de los objetos en el espacio.
También se fomenta la toma de conciencia de la propia postura corporal, cuya incidencia es fundamental en la calidad de vida futura. En general, se estimula el cuidado corporal, personal y colectivo, y se fomenta, con criterio y naturalidad, el sentido y los hábitos básicos de respeto a la intimidad corporal propia y ajena.
• El movimiento, que es el estrato sustancial que permite participar adecuadamente en las actividades físicas y juegos. En esta etapa, se debe fomentar la exploración de todas las posibilidades de movimiento, partiendo del más natural y espontáneo para ir progresivamente afinando las habilidades motrices adquiridas, impliándolas con otras menos habituales y aplicándolas a situaciones más complejas. En este nivel, niños y niñas pasan del movimiento global al segmentario y afirman definitivamente el proceso de lateralización.
• La recreación, que se logra a través del juego, permitiéndoles recrear en el tiempo libre las conductas de sana entretención adquiridas en la educación formal. Se trata de aproximar a los niños y niñas a la diversión, a la alegría y a la magia propias de lo lúdico y recreativo.
• El lenguaje corporal, que es el lenguaje del cuerpo, nos permite ponernos en contacto con nosotros mismos y los demás, expresar emociones, sentimientos y pensamientos. Posibilita un mayor conocimiento de sí mismo y complementa el lenguaje verbal a través de actividades que fomenten la espontaneidad de movimiento y la creatividad.
• La creatividad, que permite dar respuestas múltiples, diversas e inéditas a los problemas motores y de interacción social que se plantean en el nivel, especialmente a través de la creación individual y colectiva de juegos, destacándose y promoviéndose los aspectos valóricos de los mismos. El resultado de esta capacidad, aplicada a la actividad motriz, es una acción nueva, original, producto de una manera distinta de combinar habilidades ya conocidas.
En relación a la metodología, en este nivel se recomienda diseñar situaciones de aprendizaje en que los juegos y tareas, tanto individuales como grupales, entreguen variados estímulos que proporcionen a los niños y niñas la posibilidad de explorar y experimentar con su cuerpo una mayor riqueza motriz. El juego es una actividad muy motivadora, fuente de alegría y de placer, que contextualiza la acción motriz, posibilita la inter328 acción entre los alumnos, propicia situaciones motrices de naturaleza muy variada y, por último, permite que los alumnos y alumnas busquen soluciones a los problemas planteados. El tipo de juego cooperativo, en el cual cada uno alcanza la meta del juego si esta es también alcanzada por el resto de los participantes, propicia el aprendizaje de habilidades sociales y puede influir muy positivamente en el desarrollo de una autoimagen positiva, ya que todos los niños contribuyen al logro de la meta y perciben que su participación es determinante para el equipo. El juego cooperativo se vincula, asimismo, al desarrollo de “valores universales”, tales como la responsabilidad, tolerancia, respeto, y colaboración.
La creación de una atmósfera cálida, de confianza, respeto, colaboración y alegría, en que cada niño y niña siente que es aceptado, apoyado y reconocido por el docente, por sus compañeros y compañeras, es fundamental para que se produzca un aprendizaje significativo. Por esto, es de vital importancia que el docente:
• Adecue las tareas motrices a los aprendizajes previos de los niños y niñas, a sus características individuales, a su nivel evolutivo y a las características del medio social y natural en que se desenvuelven. Esto implica que, en la medida en que nos acercamos a la concreción del currículo prescrito, las adaptaciones se hacen cada vez más necesarias e importantes para el éxito de los aprendizajes.
• Retroalimente a los alumnos y alumnas sobre sus progresos en el desarrollo de sus habilidades motoras, sociales, etc. El profesor ha de destacar y estimular todos los avances de cada niño y niña en particular y no solo los de aquellos sobresalientes.
• Despierte el deseo de participación y de curiosidad en sus alumnos y alumnas, estando atento a sus motivaciones.
• Contribuya a la construcción de una autoimagen positiva en sus alumnos y alumnas, dándoles libertad para decidir y equivocarse sin miedo al error. El niño o niña con un autoconcepto positivo interactúa más fácilmente con los demás y sus posibilidades de éxito dependen en gran medida de su autoimagen.
Muchos niños que tiene una baja autoestima y una visión negativa de sí mismos y de sus capacidades no se involucran en las actividades lúdicas por temor de hacer patente ante los demás su incompetencia motora.
• Promueva el desarrollo de las habilidades sociales en las actividades físicas, tales como, que niños y niñas estén dispuestos a compartir sus ideas, a ayudar a los demás, a acoger a nuevos participantes, a resolver adecuadamente sus conflictos, a trabajar en equipo, etc. En este sentido, es de gran importancia tanto el modelo que el docente ofrece como el refuerzo positivo que entrega a sus alumnas y alumnos