sábado, 21 de noviembre de 2009

Reportaje sobre estructura e importancia de la educación física


EDUCACIÓN FÍSICA


[Revista Nro.153 Por Andrea Villalobos.

Darle poca importancia a la actividad física tiene consecuencias nefastas para el desarrollo de los niños. Para que una clase sea provechosa debe seguir una estructura que los motive a disfrutar del deporte y la vida sana.



“Las clases deben comenzar siempre con juegos. Decirles, por ejemplo, ‘¿Han visto jugar básquetbol a los de la NBA? Pues bien, juguemos’. Una vez que están en eso, se les va incorporando paulatinamente las reglas del juego”, relata Rodrigo García, jefe de área de Programas Educacionales de la Universidad Católica. Para él, es fundamental hacer un buen uso del tiempo que se dispone, por eso recomienda dar las instrucciones mientras los niños juegan y luego de motivarlos anímicamente.



La triste realidad

Los resultados de las mediciones de densidad motora (tiempo que se mueve el alumno) que ha realizado la UC no son muy alentadores. “En una clase de 90 minutos los niños se mueven entre 6 a 8 minutos promedio y en los mejores colegios, 20 minutos. Después de asesorarlos han llegado a 24, 25 minutos”, asegura García.

Si a esta cifra mínima de tiempo, se le suma que muchas veces se elimina la clase por preemergencia o se cede a otro ramo, resulta una falta de actividad física que tiene incidencia directa en el futuro de los niños. “Es fundamental la periodicidad para el real estímulo del desarrollo de las capacidades físicas y una hora real de actividad. Esto contribuye al desarrollo de la psicomotricidad y cualidades físicas”. También, agrega: “Si se revisan las recomendaciones internacionales, los niños tendrían que sumar, al menos, una hora de actividad moderada por día y ojalá media hora de actividad física de mayor intensidad por día”.

La solución, por ahora, no pasa por aumentar las horas de educación física, sino por la utilización de una metodología que aproveche mejor los 90 minutos actuales. “Cuando el alumno se mueva 30 o más minutos, recién se podría propiciar en el colegio que hubieran dos horas más”, explica Rodrigo García.

Creando el hábito

Uno de los objetivos principales de la educación física es preparar a los alumnos para que integren la actividad física en su vida. Cuando lo aprenden de niño finalmente incorporan algunos conceptos claves, como por ejemplo, calentar antes de iniciar una práctica deportiva o saber qué intensidad es la más apropiada. “Al salir del colegio deben ser capaces de hacer un plan personal de entrenamiento. Asumen el deporte como un hábito”, recalca García.

Los alumnos deben saber la importancia de realizar una práctica deportiva de manera sistemática. “Influye en la condición de salud hacia el futuro, por lo tanto, se le debe dar un rol equivalente al que tienen otras disciplinas”, señala el doctor Fernando Yáñez, cardiólogo de Meds.

Asimismo, las clases de Educación Física a través de los juegos aeróbicos, se presentan como una instancia donde están presentes valores esenciales y donde aflora la verdadera personalidad de los niños. “Es uno de los mejores vehículos de educación social, porque se enseña a trabajar con los demás, a convivir en equipo, a compartir sueños, ideales y objetivos. Se enseña a competir, a ganar y a perder, a convencer a los alumnos de que es importante ganar, pero no a cualquier costo y saber perder dignamente”, dice Rodrigo García.

Profesores motivadores

La función que cumple el profesor en estas clases es de especial importancia. Rodrigo García, recalca: “Si sus clases son fomes, va a dejar de cumplir el principal rol: motivar a los alumnos a que adopten actividades físicas como un hábito de vida para siempre”.

Por eso el desafío está en incentivar a los niños. Decirles, por ejemplo: ¡Vamos, tú puedes! ¡Eres capaz! ¡Autodesafíate! Y jamás juzgar a un niño por tener peores cualidades en el deporte. Respecto a la evaluación, el cardiólogo Fernando Yáñez, aconseja: “Lo que uno debe valorar es el grado de progreso, no la capacidad. Si un niño al principio de año tiene cuatro y termina con seis, a pesar de que sus niveles de rendimiento van a seguir siendo inferiores respecto a alguien más notable, tendría que obtener una mejor calificación. Por esto, es necesario una reestructuración en cómo se califica”.

El profesor, por medio de las rutinas deportivas, tiene que entregar hábitos no sólo de ejercicios, sino que también de alimentación e higiene. “El ramo podría llamarse Actividad Física y Salud, donde el profesor transmita salud, a la vez que estén adecuadamente formados para el desarrollo de las cualidades físicas”, señala el cardiólogo Fernando Yáñez.



Los errores más comunes en la clase de educación física


Algunas falencias actuales son:

> Tiempo desaprovechado en retos, cortando el ánimo de la clase.

> Se pasa al contenido central: las mejores clases pasan por un calentamiento.

> Término abrupto: no hubo vuelta a la calma, ni evaluación.

> Los profesores deben tomar en serio su rol en la sociedad, que es motivar a los alumnos a hacer deporte. También actualizarse y estar informados.

La clase estrella

La Universidad Católica propone una metodología basada en el deporte y valores:

1º Motivación: lista y aprendizajes esperados.

2º Calentamiento: elongaciones, movielasticidad, ejercicios de reactivación.

3º Contenido central: explicaciones claras, juegos intencionados, énfasis valóricos y aprendizajes concretos.

4º Vuelta a la calma: juegos pasivos, énfasis valóricos, aprendizajes concretos y relajación.

5º Evaluación: autoevaluación, coevaluación, evaluaciones del profesor y tareas.